domingo, 25 de enero de 2009

REUNIONES ¡QUÉ SUPLICIO!



Hoy os quiero contar una historia que es absolutamente real. Es algo que me pasa a mí y que no puedo evitarlo. Me ha pasado siempre y me seguirá pasando. Me duermo en las reuniones. Normalmente me sucede en las reuniones de trabajo con mayor intensidad, pero también me sucede en otra clase de reuniones, como ciertas reuniones familiares, o reuniones de comunidad de vecinos. Yo creo que en todas ellas se da un elemento común y es que me falta el interés.
Lo paso realmente mal, pues desearía que no me entrase ese sueño tan grande. Empiezo bostezando, pero no se trata de un bostezo cualquiera, son bostezos larguísimos e interminables. Intento taparme la boca con una mano, pero la boca se me abre tanto, que tengo que tapármela con las dos manos a la vez. ¿ Y los ojos ? Los ojos, no sé que hacer con ellos. Empiezo a hacer fuerza con los párpados hacia arriba, y procuro no pestañear, para que nos se me queden los párpados definitivamente cerrados. Entonces al intentar tenerlos abiertos más tiempo del debido, se me secan los ojos, y se me irritan. Otras veces, para disimular, me miro la punta de la nariz, y me pongo bizco del todo. Paso verdadero apuro, pues cuando veo que unos y otros se me quedan mirando, ya sé que estoy alcanzando unos niveles exagerados de adormecimiento, pero no lo puedo evitar.
Recuerdo una reunión de trabajo, en la que me quedé completamente dormido. Además, me sucedió con la peor persona con la que me podía suceder. Se trataba de una jefa que tuve, Ángeles Rato, a la que dediqué un Tostón, que era más mala que la quina. Recuerdo que yo ya estaba totalmente dormido, y ella dijo en voz muy alta : ¡¡¡ Vamos a ver si Luismi ya se despierta de una vez y podemos seguir......" Jamás olvidaré el susto y la verguenza que pasé en ese momento, delante de todos mis compañeros.

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